Curso para convertirte en musa

martes, 14 de diciembre de 2010

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Si quieres ser mi musa, habrás de quedar callada algunas veces. Otras, formular la pregunta precisa, fingiendo interés por mi respuesta. Tus manos serán la guía algunas otras. Has de consolarme, si el texto no sale, y subir mi ego siempre que me pierda entre los versos. Halagarme, hasta que me venza la vanidad, y entonces me devolverás de vuelta a los infiernos, con frialdad y sin mesura. Sé dulce, pero firme. Concédeme espacio e invítame a cafés del nueve, cuando mis párpados cieguen mi sed de actividad. Nunca más, nunca más del nueve, pues la vocación se pierde en los excesos, cuando entregamos demasiada densidad. Elige la canción adecuada, cambia los relojes, para que me vaya temprano a la cama. Anuda mis pies a la manta y no me dejes solo siempre que algo amenace con darme miedo.

Si quieres ser mi musa, cambia mis estados cuando haga frío. Cuando tiemble, abrázame. Pierde el tiempo en entenderme, y hazme ver que los reflejos del cristal no son los monstruos que vienen a buscarme. Déjame llorar, sin mirarme raro, y recuérdame cada cierto rato que no soy inmortal, que la luz se recarga, que hace frío si salgo a pasear sin la chaqueta puesta, que no me puede perderme la vanidad, si el éxito me llega.

Si quieres ser mi musa, no sientas celos del pasado, y jamás me preguntes cuánto dormí anoche, dónde perdí las cosas o cuánto dinero me resta en la cartera. Guarda mis secretos, aunque yo no sepa administrar los tuyos, y túmbate a mi lado, cuando veas que mis dedos, se desplazan despacio sobre el teclado, cuando comience a mostrarme, a postrarme cansado, cuando te requiera inmóvil, diminuta, cuando hayan de ser tus besos profanos, de prostituta santa, de virgen huida, los que me devuelvan al estado en que los hombres, sellan sus presagios.

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