Un poema

martes, 15 de febrero de 2011

|

Aquí, de pronto, en mitad de la noche,

del frío roto, terco, miserable y azuloso,

tu lumbre oxidada me recuerda el todo

que compone su pasión con los trozos de otras.


De la ropa tendida, de los labios preñados,

de miles de azogues portadores de nadie.

No hay, ni habrá: cervezas, flores, nudillos,

de susurros verdes y esquirlas sucios.


Y tú, de pronto, que me miras,

que me cambias la sal con tus heridas,

que esquilmas firme tus entrañas,

abrasando las bridas de mi alma.


Y tú, que cantas ronca, turbia y lenta,

que te tiras al suelo y la germinas,

la semilla del viento, luz que guía,

lánguida y firme, la paz de tu guadaña.


Cambia el veneno de tu copa,

pierde tu tiempo, dame el estaño,

perdona mi estrés de mercenario,

cala mi hombro con tu lluvia.

Fría.

Maldice mi sombra, con la luz de tu llanto.

0 comentarios:

Publicar un comentario