Luces y sombras

jueves, 3 de febrero de 2011

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"Mirá tu antorcha cómo se difumina a lo lejos y arde"


Helena significa luz, luz de luna en griego. Y creo que en mi mundo y en mi forma de hacer las cosas todo está muy relacionado con la luz y con las sombras. Cuanta más luz proyecta uno más sombras lleva por dentro. Más oscuridad, más profundidad, más miedo, más vértigo.



[Las sombras]


Básicamente, en la vida hay dos tipos de personas: Los ganadores y los perdedores. Yo, a pesar de que fui educada en la derrota, sigo fracasando cuando intento dejarte marchar porque, en el fondo, nunca he tenido buen perder sí, es irónico, pero hasta perder te sale mal


El problema de perder es que te acabas acostumbrando. Lo normalizas, lo asimilas y, en el fondo, lo usas como una excusa con la que alimentar tu propia compasión y callar tus ansias de volar —maldito áptero…—. Tu único consuelo es creer que algún día te olvidarás de que hay vida más allá de arrastrar las alas y aprenderás a conformarte. Al fin y al cabo, no nos engañemos, la felicidad no es para todos.

Pero claro, imagínate que, de repente, un día te ves convertido en un ganador. Coño, qué vértigo, sí que acojona —bueno, no te confíes, que tú todavía no has ganado nada, algo saldrá mal en algún momento. Recuerda que ganar no es una opción real para ti…— Qué rápido va todo, ¿y si me caigo?Sí, tienes razón, quizás sería mejor parar, ahora que aún estás a tiempo…—.


Desconfianza. Falta de autoestima. Pesadillas. Cansancio y tristeza. Miedo. Inseguridad. Sensación de inferioridad. Demasiadas necesidades —y pocas ambiciones—. Por no hablar de esta maldita bipolaridad que me está volviendo loca —¡oh!, vamos, no te pongas así. No somos bipolares, simplemente convives abiertamente con todas tus facetas interiores—.


Éstos, mis miedos. Éstas, mis sombras.



[La luz]


“Las estrellas brillan sin preocuparse de la opacidad de los planetas.”


Y mientras yo escribo sobre mis sombras, maldigo y protesto por mis debilidades, a una estrella se le han alineado los planetas de camino a la compra. Un Casio suena, como todos los días a esta hora, mientras pienso en su maldición: No hay posibilidad de error porque perder no es una opción. No hay lugar para las manos temblorosas sobre su cuerda floja. Duerme tranquilo porque sueña cuando está despierto. Todo desde el momento en el que nació está claro. Una meta, un camino y un paso tras otro. Y si acaso le flaquearan las fuerzas, tal y como su dios le prometió, pide y se le concede. Siempre más y siempre mejor. La maldición hecha genialidad. ¡Brillante!


Éste, el elegido.

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